lunes, 28 de noviembre de 2011

¡Nunca se Rindan!


Sir Winston Churchill repitió tres veces en la escuela el octavo grado debido a que le costaba aprender. Es algo irónico que años después, ¡ la Universidad de Oxford le pidiera pronunciar el discurso de la fiesta de graduados!



Para este acontecimiento llegó con sus acompañantes habituales, un bastón y un sombrero de copa. Mientras se aproximaba al podio, el público le brindó aplausos de aprecio.

Churchill, con pausado ademán calmó la multitud, mientras se paraba firmemente delante de sus admiradores.

Luego colocó el sombrero sobre el atril. Mirando directamente a la ansiosa audiencia, gritó con voz vibrante de autoridad: “¡Nunca se rindan!” Transcurrieron algunos segundos. Se alzó en puntas de pie y gritó nuevamente: “¡Nunca se rindan!”

Sus palabras tronaron a través del auditorio. Se hizo un profundo silencio mientras Churchill alargaba su brazo en busca de su sombrero; ayudándose con su bastón abandonó la tribuna. Su discurso había terminado.

El discurso de graduación de seis palabras de Churchill fue sin duda el más corto y elocuente jamás pronunciado en Oxford. Aun así, su mensaje fue también uno que todos los presentes recordaron durante el resto de sus vidas.



La perseverancia es un gran componente del éxito; si golpea a la puerta con la persistencia y el ruido suficientes, seguramente despertará a alguien.

martes, 22 de noviembre de 2011

El árbol de los problemas




El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo y luego su antiguo camión se negó a arrancar.



Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos. Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación.


Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa.

Posteriormente me acompañó hasta mi automóvil. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes. 

”Oh, ese es mi árbol de problemas”, contestó. Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez.




Lo divertido es, añadió sonriendo, que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior…

viernes, 18 de noviembre de 2011

"El Alpinista"





Cuentan que un alpinista, con el afán por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo que subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y oscureció. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.



Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire, cayendo a velocidad vertiginosa. El alpinista solo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo… y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida.

 Pensaba en la cercanía de la muerte, sin embargo, de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.

En ese momento, suspendido en el aire, gritó: ¡¡¡ayúdame Dios mío!!!
De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-¿Que quieres que haga? – Sálvame Dios mío
-¿Realmente crees que yo te pueda salvar? –Por supuesto Señor
-Entonces corta la cuerda que te sostiene…
Hubo un momento de silencio; el hombre se aferró más aún a la cuerda….
Cuenta el equipo de rescate, que al otro día encontraron a un alpinista colgando muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda… A tan solo un metro del suelo…



¿Cuál es la cuerda a la cual nos aferramos para no recibir las bendiciones que Dios tiene preparado para nosotros en el día de hoy?



Hoy es el mejor día para confiar en Dios y disfrutar de todo lo que nos da, busca tu resultado extraordinario. Yo elegí confiar en Dios¿y tu?

martes, 1 de noviembre de 2011

"El beneficio del Silencio"




When Western Union asked Thomas Edison to "mention a price" for the teletype he had invented, he asked for several days to think about it. His wife suggested $ 20,000, but he thought that amount was exorbitant.





At the agreed time he went to the meeting still not quite sure how much he was going to ask when the officer asked, "How much?" He tried to say $ 20,000, but the words did not come out of his mouth. Finally the officer broke the silence and asked him: "Well, how about $ 100,000?"


Silence often allows others to say something better than we would have said ourselves! When we remain silent, others become more interested in our thoughts; So when we have an interested audience, our words have better impact.


The Bible tells us that even a fool, when he is silent, is counted wise (Proverbs 17:28). In that sense, silence can prevent us from seeing ourselves in an embarrassing situation. People may think that we are smarter than we really are!

When you feel moved to express an opinion, measure the impact of your words and keep this in mind: "The less you say, the better". We can not look for problems for what we have not said! Like Edison, we can benefit from our silence.


I often regret what I said; never to have shut up.

Proverbs 10:19 In the many words sin is not lacking; but he who restrains his lips is prudent.

"Las cintas en el Manzano"




Con la apariencia de preocupado un joven viajaba en tren. Había estado en la cárcel y ahora iba de camino a su casa. Su condena había traído vergüenza a su familia; nunca lo habían visitado y solo unas pocas veces le habían escrito, aún así él esperaba que lo hubieran perdonado.


Para aliviarle la cosa, les propuso en una carta que pusieran una señal, la cual pudiera ver desde el tren al pasar por la pequeña casita, esto, para saber como se sentían con él.

Si le habían perdonado, tenían que poner una cinta blanca en el manzano de la casa.En el caso de que no lo quisieran tener de nuevo en su casa, no deberían hacer nada. Entonces él se quedaría en tren y seguiría.


Cuando el tren se acercaba a su ciudad paterna, se puso tan nervioso que no se animaba a mirar por la ventana. El pasajero del lado conociendo su drama, miró por él. Poco tiempo después él puso su mano sobre el brazo del joven y le susurró con lágrimas en los ojos:”Allí está el manzano, todo está en orden. Todo el manzano está lleno de cintas blancas”.


En ese mismo instante desapareció toda la amargura que estaba envenenando al joven. Más tarde el acompañante comentaba:”Sentía como si hubiera presenciado un milagro”. 
Y quizás, en verdad, era un milagro.


Así tu perdón puede dar a la persona que lo necesita, una nueva vida. También puede ser que el perdón de otra persona hacia tí, sea la clave para una nueva vida. Por eso Jesús muchas veces hablaba del perdón. He aquí algunas de las palabras de Jesús sobre el tema: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial, más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Mateo 6:14-15