lunes, 8 de agosto de 2011

"QUE ES SER UNA PERSONA CARISMATICA"

El Carismático es esencialmente fervoroso. Uno que siente el calor de Dios, el hervor de Dios en su corazón; no puede ser indiferente, ni un tibio.
El Carismático, es fervoroso, lee con gusto todo lo que le hable de Dios, comenzando por su Santa Palabra.
Tiene en alto precio los libros santos, las biografías de los santos y los escritos de los maestros espirituales.
El Carismático, además, es una persona profundamente humilde. No se siente superior a nadie. Sabe apreciar a todos y sabe escucharlos a todos y sabe dialogar con todos.
Evita cualquier palabra que hiera lo que signifique una humillación para el prójimo. Su diálogo es fundamentalmente de cosas divinas.
El Carismático se siente impulsado a comunicar lo que ha aprendido del Señor en su intimidad, comunicarlo a otros y sabe de su irreemplazable lugar en la evangelización del mundo. De él se puede decir como se decía de Santo Domingo de Guzmán, o hablaba de Dios o hablaba con Dios.
El verdadero carismático es una persona profundamente pura.
Evita cualquier impureza, cualquier conversación, cualquier acción que opaque su perfecta limpieza interior.
Tiene en gran aprecio la pureza como elemento fundamental de su unión mística con Dios.
Es verdadero carismático es profundamente amoroso y tierno con el hombre. No guarda ningún rencor. Es capaz de perdonar aún lo imperdonable.
Es capaz de reconciliarse. Esta siempre empeñado en tener abierto el corazón a todos los demás.
El verdadero carismático tiene el carisma del amor al hombre. El amor a su hermano.
No se satisface solamente con su relación personal con Dios.
Necesita absolutamente del pobre, del humilde, del abandonado. No gusta de participar en ningún grupo de oración, donde no haya especial atención para los pobres.
Donde no se les hable, donde no entren ellos, donde no se piense en organizar algo muy bueno para ellos. No quiere pertenecer a un grupo elitista sólo para ricos y para selectos.
El verdadero carismático es un hombre realmente agradable a los ojos de Dios; es un hombre lleno de alegría, con una alegría nueva que proviene del Espíritu Santo.
Nunca está triste; nunca está despectivo. Nunca abandona su misión temporal de servicio. Nunca se consagra sólo a estar en grupos de oración, olvidando su misión de servicio y de ayuda a los humildes.
No pone en su vida sofismas de distracción para alejarse de lo principal, que es el amor a Dios, manifestado a través del amor al hombre.

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